5 dic 2010

Sin título

Mi autor favorito se obsesionó una vez con una historia y no pudo exorcizarse de ella hasta que terminó de escribir un libro de más de cuatroscientas páginas.

Yo también me obsesioné una vez y creo que esta es la mejor forma de sacármeLo del alma. Porque pasó de ser una luz a ser un agujero negro que me estaba drenando la vida. Me basta encerrarLo entre las líneas que siguen para hacerLo desaparecer.

--------------------------------------------------------------------------------------

La fuerza de sus ojos negros me envuelve, incluso ahora que no está, hasta hundirme en las profundidades de un ensueño que nunca antes experimenté. Mis músculos se tensan recordando cómo su mirada recorría mi carne, y mi boca no puede ocultar una sonrisa delatora. Estoy pensando en él.
El tiempo ha comenzado a borrar los trazos más sutiles del recuerdo, pero la médula siempre se conserva. Su olor, la textura de su pelo entre mis dedos, su cuello tenso contra mi mejilla, su cuerpo nuevo (para mí)...que tan fácilmente se amoldó al mío en un abrazo deliciosamente cálido. Su sueño sereno, tan distinto...
Incluso ahora, después de tanto tanto tiempo, un escalofrío recorre mi cuerpo. Mi estómago se revuelve, mi pecho se aprieta y las cosquillas suben hasta mi nuca, me estremezco. El instante es eterno, y mientras en mi mente revivo una y otra vez eso que mi memoria se resiste a dejar ir, el reloj se detiene, no existen los porqués.
A final de cuentas qué importa todo lo demás, si cuando su nombre roza mis labios llena el aire a mi alrededor con su efecto de talismán, de palabra sagrada.