13 feb 2011

Los extraños senderos del duelo...

De súbito me encuentro feliz, y es que todo lo que hacía falta para lograr un estado de felicidad constante y bacanoso era un poquito de caos, de renuncia.
Y de repente hay que confiar en que cuando te dejas caer al vacío va a haber alguien esperando atraparte, alguien que no va a sobrepensar el acto de abrir los brazos en el vacío para ir a cerrarlos alrededor tuyo y simplemente va a abrazarte y depositar sobre tu oído un te quiero que termina en la "o" y empezó en un remolinito de calorcito en el pecho. Así de simple y natural, como el hecho mismo de buscar en otra persona una compañía para las tardes de domingo y las noches de invierno.
La mayoría de nosotros buscamos seguridad, no nos declaramos hasta estar completamente seguros de que la otra persona también siente cosas por nosotros, no nos permitimos sentir nada por alguien que creemos nos puede dañar a futuro, y terminamos ahogándonos en nuestros propios miedos... y dejamos de vivir por querer vivir mejor.
En muy pocos días me di cuenta de que soltarse y dejar que las cosas sigan su curso es harto más productivo que luchar contra la corriente. Al renunciar a mis pretensiones de controlarlo todo las cosas salieron mucho mejor de lo que esperaba.
Las polainas eso de vivir el duelo y sus etapas, hay que vivir la vida y se acabó :D